lunes, mayo 01, 2006

179) ESTADO DE DESECHO.

Martin Luther King, un home just que s' emfrontà a les lleis del seu temps.
163) Llengua Valenciana Blogspot. 1-5-2006.
ESTADO DE DESECHO.
Ferrer.


Decían ya en tiempos de Roma que si una ley es injusta no es ley. Y España, al fundamentarse en leyes injustas y antidemocráticas, es no un estado de derecho sino un estado de desecho, no una democracia sino una dictadura disfrazada de democracia. Los ciudadanos debemos cumplir todos los imperativos legales que sean justos, mas cuando nos topamos ante una ley injusta, es nuestra obligación desobecerla y rebelarnos ante ella.

No puedo acatar la Constitución por ser una ley injusta. La democracia requiere de un elemento indispensable sin el cual no puede existir; la separación de poderes. Y la Carta Magna impulsa la unión de los poderes, ya que permite que las mismas personas que gobiernan (poder ejecutivo) puedan además ser parlamentarias (poder legislativo) y para colmo elegir a dedo a magistrados (poder judicial). Es una ley injusta... luego no es ley.

No puedo acatar el Estatuto Valenciano por ser una ley injusta. De Estatuto sólo tiene el nombre. En realidad es una carta colonial redactada en Madrid a espaldas de los valencianos e impuesta sin ni tan quisiera ofrecer la opción de una consulta popular. Una carta colonial que convierte además el valenciano en catalán en contra de la voluntad mayoritaria del pueblo, que los considera dos lenguas distintas. Es una ley injusta... luego no es ley.

No puedo acatar el sistema judicial de España por ser una burda farsa teatral. La justicia, para ser justa, debe ser independiente. Y es obvio que si los miembros del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial son elegidos a dedo por políticos, dichos altos cargos serán las marionetas de los partidos que les han colocado en el sillón. Es como si los árbitros de la liga fueran escogidos a dedo por el Real Madrid y el Barça.

La democracia no consiste en votar cada cuatro años y dejarnos pisotear el resto del tiempo. La democracia es que los políticos obedezcan la voluntad mayoritaria del pueblo siempre y en todo momento. Y que existan medios ejecutivos para forzarles a ello, como en Suiza. Porque los políticos deben estar para servir a la gente y no la gente para servir a los políticos, porque los ladrones tienen que estar entre rejas y no ocupando un escaño.

Las leyes españolas, comenzando por su propia Constitución, convierten al Estado en una dictadura disfrazada de democracia que permite casos tan sangrantes como que el gobierno español apoyara la Guerra de Irak de 2003 con la oposición del 91% de los ciudadanos o que el catalán sea oficial en Valencia cuando más del 70% de los valencianos considera al Valenciano como un idioma independiente y distinto del catalán o de cualquier otro.

Como demócrata que soy invoco el derecho natural -inherente a todos los seres humanos- para rebelarme ante lo que es un estado de desecho y unos gobernantes que, pese a haber sido escogidos, no dejan de ser tiranos. No reconozco la autoridad del Estado, de sus leyes viciadas de raíz ni de sus tribunales, que son pantomima. Y a falta de leyes justas redactadas por los hombres, en adelante me guiaré por la Santa Biblia como mi única ley.


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